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domingo, 25 de abril de 2021

IV. Época heroica.

IV.

Época heróica.


Llénanla para nosotros, dejándonos de disputas, Homero y Hesíodo, contemporáneos, según lo más probable, y habiendo vivido en el segundo siglo después de la guerra de Troya.
Homero. De la vida de este padre de la poesía solo se leen fábulas, no haciéndose ningún caso de la que se dice escrita por Heródoto llena de anacronismos y puerilidades. Pero se cree generalmente que fue natural de Esmirna, pobre, ciego en su última vejez, y que anduvo de pueblo en pueblo, de isla en isla cantando sus poemas. Lo de pobre no se ha de entender tan rigurosamente, porque los premios del canto en las grandes fiestas, en los sacrificios públicos generales, en las bodas y exéquias de los príncipes, en los certámenes tan frecuentes entonces, no eran siempre meras coronas, que también había trípodes de mucho precio, talentos de oro, y el favor y la mesa de los reyes. El nullas reliquit opes de Ovidio no lo hace mendigo.
Sus obras son los dos grandes poemas la Ilíada y la Odisea. Atribúyensele otras como el poemita jocoserio de la Batracomiomáquia, y algunos himnos y epígramas. Y aunque el estilo de todas ellas se parece al de los dos poemas, los críticos no las creen suyas. Fuera de que para algunas habría que pasar por algunos anacronismos e ignorancias. Créense de los homéridas; aunque en una que otra bien podría haber algo del gran poeta. El poema burlesco del Margites que le atribuye Arist. se ha perdido.
Pero ¿es toda la Ilíada de una sola mano? ¿Son los dos poemas de un mismo autor? Hablaré claro, porque ya enfada esta disputa. Digo pues que esas dudas solo han podido ocurrir a hombres sin gusto ni sentido, o tal vez envidiosos; o que se proponen valer algo por su estravagancia o singularidad. Y les preguntaré yo ahora: ¿qué es unidad en el plan, en la composición y ejecución de un poema? ¿Cómo se concibe el plan de un poema entre muchos? ¿Cómo se compone y escribe de modo que no se vea siempre sino vn solo pensamiento, una sola mano, un solo espíritu, una sola y siempre la misma inspiración y la constante presencia de una misma alma en todo, en las partes más pequeñas como en las de más bulto, formándose eco todas de unas a otras? ¿Y lo que pertenece a los caracteres de las personas, aquellos rasgos tan finos y casi imateriales o sin consecuencia al parecer, y que sin embargo son los más advertidos en el poeta?
¿Y referirlo todo a un fin, el cual nunca se pierde de vista? ¿Cómo se componen miles y miles de versos tan de una sola y misma poesía, de un mismo gusto, aire y lengua, entre muchos? Y ¿quienes en nuestro caso habían de ser esos? En dónde y cuándo?
La poesía de la Odisea es la misma, la mano la misma: siempre se ha dicho de Homero. ¿ De quién quieren que sea?
La opinión vulgar que compone estos dos poemas de los trozos que andaban sueltos y esparcidos por el mundo griego... Otro milagro aun mayor que el de arriba.
Mas pensando yo en esto he llegado a creer que esas dudas y cavilaciones en que no dio ningún antiguo y debidas quizá a la sola autoridad de un comentador de mal gusto (de Eustatio en el siglo XII) consisten para todos en que miramos a Homero de frente por la historia griega donde se nos presenta en una antigüedad tan lejana y oscura, que nos parece imposible hasta la existencia de un hombre que supiese hablar, cuanto más de un poeta capaz de tanta perfección; sin querer pensar en los Orfeos y Museos tan anteriores al nuestro y que formaron una escuela numerosa. Pero no lo tomemos de frente sino por la espalda: vamos al Egipto; salgamos de allí con el pueblo hebreo para pasar más adelante a la Asia menor; y desde el becerro de oro (las artes) y el sublime cántico del paso del Mar rojo, poesía que en su género ya no ha tenido superior, hasta dar con Homero más de quinientos años después, ya ni lo podemos divisar de lejos que está de aquel punto, marchando delante de nosotros hacia los tiempos claros y conocidos de la historia. Además ¿qué distan entre sí para su invención y carácter la poesía lírica y la épica? En otra parte lo diremos. Y todavía hay que atender a la diferencia de leyes y costumbres de los hebreos y de los griegos de la Asia menor (y de los de acá lo mismo) para el progreso de las artes y de la poesía, y con todo tienen aquellos tantos siglos antes el citado cántico, el no menos hermoso y poético de Débora, y la admirable epopeya moral de Job, tan divina de todos modos.
Pero en efecto lo que hay es que por la Grecia de Europa andaban sueltos algunos cantos o partes, con su título cada uno, como: La disputa de Aquiles y Agamemnon: El combate de Páris y Menelao: El desafío de Hector: La muerte de Pátroclo, &c., que no había entonces imprenta, y cada uno cojia o compraba a los rapsodos lo que podía. Licurgo después en un viaje que hizo a la Asia trajo de la Jonia los dos poemas como se habían compuesto por su autor.
Más tarde Pisístrato logrando una copia de las mejores publicó una edición correcta. Véase a Eliano (lib. III, cap. 14), y a Heráclides Póntico en la Nota de los lacedemonios. Ni se entenderá otra cosa de Ciceron (De Orat. III, 24). Diógenes Laercio dice que los poemas de Homero fueron correjidos por Solon y que acaso en esto se le debe más que a Pisístrato. Poco importa. Quizá en la correcion trabajaron juntos, pues eran amigos hasta que el segundo se apoderó del gobierno. Pero fuese del uno o de los dos el trabajo, se limitó a restituir los lugares corrompidos o que no tenían el sentido claro, y lo más a dividir mejor algunos libros. El mismos Eliano (lib. VIII, cap, 2.) dice que quien logró hacerse con las obras completas de Homero fue Hiparco hijo mayor de Pisístrato, y que ordenó se cantasen en las Panateneas. El señalar los libros con las letras del alfabeto se hizo más tarde: y los acrósticos (argumentos en un solo exámetro) son del siglo 6.°.

Hesíodo. Nació en Cumas de Eolia, también en la Asia menor. Pero sus padres siendo él aún muy niño se trasladaron a la Beocia donde se crió en la aldea de Ascra, guardando ganado y cultivando la tierra. Fue sacerdote de las Musas, y tuvo a su cuidado el templo que les estaba dedicado en el monte Helicon. Por eso dice que se le aparecieron yendo por él con su ganado, que le llamaron y dieron un ramo de laurel con que le infundieron el don de la poesía y le mandaron que en toda obra comenzase y acabase por ellas.
No viajó tanto como se dice de Homero y otros, aunque por afición anduvo algunas cortes a justar con los poetas que acudían. Fue casado, tubo hijos y de él dicen que descendía el poeta Estesícoro. Murió de alguna edad, asesinado de noche en casa de un huésped (que dicen se llamaba Ganictor) por equivocación de otro que había violado una hija de este y viajaba con Hesíodo o se halló con él en la casa. Tuvo un hermano llamado Persa o Perses, muy derrotado de costumbres, que después de dividido el patrimonio hubo Hesíodo por compasión de partir con él lo que le había tocado, porque acabó su parte en poco tiempo dándose a la buena vida y regalando a altos personajes.
Según una inscripción en verso (epígrama) dedicada por Hesíodo a las Musas con una trípode en el templo de Helicon, disputó con Homero en Calcis, capital de la Eubea, el premio del canto en los juegos fúnebres del rey Amfidamante y venció a aquel príncipe de la poesía. Dicen que Homero era entonces ya viejo y Hesíodo joven. Y todavía paso a proverbio El Juicio de Pánidas (que así se llamaba el juez del certamen, rey sucesor al mismo tiempo). Hay quien afirma que no hubo tal encuentro ni lo pudo haber, haciendo a Homero un siglo más antiguo, sin más razón que la que tienen otros para dar ese mismo siglo de mayor antigüedad a Hesíodo. Yo creo que fueron contemporáneos. Y lo de la justa poética y su victoria en Calcis lo dice él mismo en las Obras y días (v. 648).
Pausanias habla de esto, y no quiere decir su parecer.
Las obras de Hesíodo son tres poemas intitulados: Las obras y los días, de 826 versos: la Teogonía, de 1021: y el Escudo de Hércules, de 480, que se conoce es un adorno poético de un poema cuyo asunto se ignora, si no es el de las Heroinas que dicen compuso y anuncia él mismo al fin de la Teogonía.
Se ha dicho por algunos antiguos y modernos que el Escudo de Hércules no es de Hesíodo: pero Estesícoro su descendiente y que podía saber mejor lo de su familia, dijo que lo era; y con él otros antiguos. Hay un paso cortado en el verso 56, pasando de repente y sin transición histórica, énfasis ni preparación ninguna, al combate de Hércules con Cicno hijo de Marte, lo que prueba que allí falta mucho; y se ve en otras partes la mano de los que tubieron el mal gusto de añadir sus pobrezas a lo que encontraban escrito, y aun de pasar algún verso del de Aquiles tan pueril como inútilmente. También hay algunos en la Teogonía que seguramente no son del autor: y quizá en las Obras y Días. ¿Será esto razón para quitarle todas sus obras? Porque no habiendo otra, la misma es y la misma fuerza tiene para todas. También se encontrará alguno en la Ilíada, y diremos lo mismo.
Según Pausanias y Suidas compuso otras muchas obras que se han perdido.

III. Épocas de la literatura griega.

III.

Épocas de la literatura griega.
Orfeo.
Algunos la dividen en seis: religiosa, homérica, clásica, alejandrina, greco-romana y bizantina. Yo creo que las dos primeras se pueden reducir a una con el nombre de heróica, ya por el tiempo o siglos que comprende, ya por las obras que nos han llegado.
¿Qué poetas sinó cuenta la que llaman religiosa? Anfion, Lino, Orfeo y Museo; más de ninguno de ellos se conserva nada si no es de Orfeo lo que lleva su nombre. Aristófanes en las Ranas celebra por boca de Esquilo a los poetas antiguos como maestros de la virtud, diciendo contra Eurípides que según él solo enseñaba bellaquerías con los ejemplos de sus héroes y heroínas: “Mira como desde un principio los poetas más nobles han procurado ser útiles: Orfeo nos enseñó las ceremonias del culto y a abstenernos de sangre. (Que es lo que dice Horacio): Museo las curaciones de las enfermedades y los oráculos, &c.,” de modo que aun distinguiendo esta época, no fue toda religiosa, conviniendole quizá más y como por excelencia el título de moral o civilizadora; lo que no consistía todo en prácticas religiosas ni en aprender y enseñar misterios de gestos y ceremonias de creencias oscuras en las iniciaciones. Y en fin también es heroico el poema de la Argonáutica atribuido a Orfeo y dedicado a su amigo y discípulo Museo.
Lo que en su nombre tenemos es ese poema (de 1284 versos), y varios himnos, con un tratado (en verso) de la virtud medicinal de las piedras preciosas. En este al menos nada hay suyo, ni en los himnos quizá fuera de su forma primitiva. En la Argonáutica podrá haber algo, podrá haber mucho, aunque se diga compilado por Onomácrito, que acaso no fue más que un editor curioso, quizá un reformador, un refundidor, como hombre muy aficionado a estas antigüedades, contándonos Heródoto que habiéndolo sorprendido Hípias (el hijo de Pisístrato) adulterando los oráculos de Museo para acomodar algunos al estado presente de las cosas públicas, iba a pasarlo mal, y huyó y se fue a los persas, reconciliándose después con el tirano cuando él tuvo que hacer lo mismo. La poesía de la Argonautica tiene facilidad y elegancia, pero una facilidad y elegancia antiguas: es decir, con alguna aspereza y vejez de cuando en cuando que después ya no se encuentra en
ningún poeta.
Pero ¿ha existido Orfeo? Aristóteles (según Cic. De N. Deor.) decía que no, y que las obras que se le atribuyen son del pitagórico Cércope; y Pausanias dice que según otros compuso Pitágoras no sé qué poema y lo publicó con el nombre de Orfeo. Mas apesar de esas voces nadie lo creyó así en la antigüedad, ni el mismo Ciceron por lo que le cita más adelante. Entre los modernos hay quien no cree que haya existido, o lo dicen al menos; aunque les ocurra la dificultad de explicar algunos hechos casi históricos y probados, como dogmas y misterios traídos de Egipto e introducidos por él en la Grecia, y otros de que hablan los antiguos. Y hubo de haber por fuerza un hombre muy sabio, de mucho respeto y crédito, que los concibiese o estableciese, y no se cita otro. ¿No quieren que se llamase Orfeo? Pero todos le dan este nombre.
Los himnos son unas meras invocaciones a los dioses para el tiempo de los sacrificios; unas letanías de atributos arregladas en exámetros, siendo ochenta y ocho, a casi otras tantas divinidades, y contándose entre ellas el sueño, la muerte, la luz, las horas, las nubes, &c.
Los dos himnos o fragmentos separados, verdaderamente poéticos y magníficos, y no fórmulas de sacrificio, en que se habla de Dios como uno, infinito, eterno, omnipotente, invisible, criador, los conservaron San Justino mártir, Eusebio y Clemente Alejandrino.
Son de siglos tan antiguos? La poesía no lo desmiente del todo. En cuanto al dogma de la unidad de Dios todos los filósofos, todos los sabios lo siguieron, ninguno creyó otra cosa, y se lo decían en secreto de unos a otros, entre maestros y discípulos, y aun los más queridos y de más confianza; entre iniciadores e iniciados; siempre en voz baja y con misterio, siempre a puerta cerrada. También se ve este mismo dogma, un poco envuelto empero y algo disimulado, en tres himnos de los otros; en el de Pan, en el de Júpiter y en el de la Naturaleza, bien que en el sentido panteístico.
Para fingirlos estos buenos doctores habían de ser tan atrevidos y desvergonzados como grandes poetas: ¿y eran uno ni otro? Con que antiguos y muy anteriores deben ser a los siglos cristianos, a cuya doctrina y obra insinúan algunos que pertenecen. Y con admitir que Orfeo visitó el Egipto y la Fenicia se explicarán otras dificultades que se querrán oponer a esta opinión tan antigua y siempre la misma.